En una recorrida por las galerías del centro tucumano, Club LA GACETA encontró dos historias que muestran el trabajo padre-hijo. El amor por las ventas y el trato con el cliente son dos cuestiones primordiales en ambos comercios.

Noraly: un local emblema

La historia comenzó hace 67 años: la madre de Luis Cutín y abuela de Horacio Cutín abrió el primer local, que con el tiempo serían cuatro. “Pasaron muchas cosas, épocas mejores y algunas más difíciles, lo importante es que siempre estuvo la familia”, dice Horacio. Recuerda las tardes en las que salía de la Escuela Normal e iba a tomar la merienda en el local, que fue de su abuela y pasó a su padre. Hace 25 años trabaja junto a su papá. “Aprendí de mi viejo el trato con el otro: desde relacionarme con los clientes hasta con los proveedores. En nuestros productos hay mucho trabajo artesanal, mucho del oficio, nosotros valoramos eso; por eso nuestros proveedores y empleados también forman parte de esta gran familia”, afirma Horacio.

El café a media mañana en el bar de la galería es un ritual infaltable para “Lucho”. Allí dialoga con comerciantes con los que compartió gran parte de su vida. Aunque tiene 77 años eso no es un impedimento, la jubilación no es algo en su agenda y sigue yendo a trabajar todos los días.

“Separar el negocio de lo familiar es algo difícil, siempre van a estar unidos”, comenta Horacio. Padre e hijo siguen proyectando y soñando con el crecimiento de la firma. “El comercio en Argentina es muy dinámico, cambia todos los días, y hay que estar atentos”, destaca el joven empresario.

Atrás del mostrador

La tradición de la Joyería Siufi se remonta a sus antepasados. “Mi padre era orfebre, oriundo de Siria; en 1940 emigró a la Argentina y se instaló en Tucumán. Comenzó con un pequeño taller y fue creciendo”, cuenta Raúl Siufi, que se hizo cargo de la joyería en 1997.

Hoy tienen tres locales, que manejan Exequiel, Patricio y Solana Siufi. Con esta última habló LA GACETA. “Desde pequeña daba vueltas por la joyería. Fueron varias las veces que rompí copas y elementos valiosos”, cuenta. “Hoy ya no rompo nada”, agrega riendo.

JOYERÍA. Raúl y Solana Siufi.

De su padre, Solana comprendió que la dedicación y el esfuerzo son claves del éxito. “A mi papá le cuesta entender que también se trabaja mucho estando en la computadora y haciendo cosas para actualizar el negocio, son cambios de paradigma a los que él se está acostumbrando”, dice Solana. Mañana los Siufi festejarán juntos el Día del Padre. “Hay una consigna: no hablar de negocios en la mesa, pero es difícil”, afirma Raúl, que supo trasmitirles el amor y la pasión por el trabajo a sus hijos, la misma que él recibió de su padre que dejó todo en Siria y se vino a Tucumán.

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